“Somos un grupo acostumbrado a luchar por la vida desde el primer momento”

Escrito por el 17 de febrero de 2022

El infatigable Jorge Martínez lleva cuatro décadas al frente de Ilegales. Tras un descanso en 2011 para explorar otros terrenos en Jorge Ilegal y Los Magníficos, regresaron con más fuerza en 2015 en una nueva etapa en la que ya han publicado tres discos de estudio. El último es “La lucha por la vida” (Warner Music, 2022), donde el asturiano ha vuelto a impregnar de su irrepetible personalidad cada una de las canciones.
En “La lucha por la vida” nos encontramos con hasta dieciséis canciones, casi todas compuestas durante la pandemia. Todo para celebrar a lo grande los cuarenta años de la banda junto a dieciséis artistas invitados, en una colección de colaboraciones en la que escucharemos voces tan variopintas como la de Evaristo Páramos o Niño de Elche pasando por la de Bunbury o Luz Casal. Interrumpimos la firma de tarjetas personalizadas que está llevando a cabo en su casa –lleva unas seiscientas en el momento de nuestra llamada– para charlar largo y tendido con el músico que menos pelos tiene en la lengua.

“La lucha por la vida” nace a raíz de la crisis sanitaria y el estado de alarma de 2021. ¿Cómo la viviste aquel primer confinamiento?
“La lucha por la vida” es una constante. Ilegales es un grupo acostumbrado a luchar por la vida desde el primer momento. Hemos pasado por dificultades desde el primer día de nacer. Tiene su origen más en el título de la trilogía de Pío Baroja, “La lucha por la vida”: “La busca”, “Mala hierba” y “Aurora roja”. Pero sobre todo en que es una constante en un grupo que siempre ha estado atrapado en circunstancias adversas. La pandemia casi fue un descanso. Me dio tiempo a leer muchísimo, y a hacer algunas cosas que tenía pendientes. Eso de abandonar por un tiempo los festejos nocturnos, con todas esas cacerías monstruosas que se dan en las horas más nerviosas de la noche, alivia un poco la tensión [risas].

“Sobrevivo a todos los locos que he sido porque no tengo una personalidad adictiva”

Aprovechaste aquel descanso para componer las canciones nuevas…
El disco se compone de canciones casi todas muy nuevas. La filosofía era que cada canción eligiese un artista. Una la haces pensando en “ésta la cantaría bien Loquillo. Pues venga, vamos a llamar a Loquillo”. Hay que buscar gente que tenga la generosidad suficiente y el tiempo para hacerlo. Pero las capacidades estaban aseguradas, porque la canción era quien elegía al artista. Esas canciones que se habían fabricado durante la pandemia la mayor parte. Y las otras, que son anteriores –salvo una, que ha elegido uno de los artistas– es material nuevo. Es una putada invitar a un artista y hacerle cantar una canción muy rodada, porque enseguida existen las comparaciones con la original. La gente tiene ese primer recuerdo, y la versión, por muy buena que sea, incluso aunque supere a la original, no suele dejar muy bien parado al invitado. Hay artistas de gran valía que no hubiesen encajado igual y no les hemos contactado. Pero todos los que hemos contactado lo han hecho tremendamente bien.

Hay canciones con “sonido Ilegales”, más rockeras, y otras no tanto: tango, flamenco…

Sí, nos hemos ido en todas las direcciones. Probablemente encontremos muchos compañeros de tramos poco recorridos por nosotros, pero se pueden ver cosas en estilos muy distintos. Ilegales es una banda muy versátil. Eso hace que sea muy caro, porque los músicos versátiles, eficientes y efectivos son mucho más caros [risas]. Y un instrumental que te permita una paleta de sonidos amplia también requiere una mayor inversión de tiempo y, sobre todo, de dinero. Pero hay que hacerlo. Incluso a veces hay que molestar a mucha gente. Todo el mundo sabe que no se puede hacer tortilla sin romper un poco los huevos, por lo menos por una esquinita hay que cascarlos [risas].

¿Cómo fue la grabación? ¿Se pasaron todos los invitados por el estudio, u os enviaron sus partes de forma telemática?
Dadas las circunstancias, grabamos toda la música en el estudio. El resto se grabó en un estudio puente que teníamos en Madrid, otro en Alicante, otro en el País Vasco, incluso hubo cosas en Los Ángeles, Estados Unidos. Hubo que hacerlo de esta manera por las restricciones sanitarias, por una cuestión de evitar contagios y viajes que pudiesen provocarlos. Así hemos tenido que trabajar. Es menos divertido, pero ha resultado tremendamente efectivo. De esa manera se habrán evitado muchas celebraciones que podían haber sido peligrosas. Aunque alguna ha habido. Tuve el placer de compartir “Te prefiero lejos” con Coque Malla y ¡Joder! cogimos una buena. El uso recreativo del alcohol, de vez en cuando, produce situaciones. Muchos artistas lo han utilizado como vehículo. Evitando que el consumo sea constante, está bien. Excesivo sí, pero constante no.

El primer single es “Divino imbécil”, junto a M-Clan. Tiene un sonido de rock “negroide”, genuinamente Ilegales. ¿Era la que os apetecía para abrir boca?
El primer golpe en cualquier combate tiene que ser un buen golpe. Con nuestros compañeros de M-Clan, la voz de Carlos Tarque es rompedora. Desde que estaba escribiendo la canción estaba pensando en cómo quedaría cantada por Carlos. A mí siempre me ha gustado ese tipo de soul, tanto con muchos metales como sin ellos, como Booker T. & The M.G.’s, Arthur Conley… Ese tipo de historias siempre me ha gustado muchísimo, y quería hacer un experimento. Esa canción es como que el mensaje es punk, pero los modos son modernistas. Me fijé más que nada en Rubén Darío, en las cosas que ya aparecieron editadas en 1917. Con esos tres ingredientes y esa actitud punk se hace una visitón de este mundo hipersexualizado, donde se sacraliza el sexo.
Para el segundo single, que es “Mi copa y yo”, necesitábamos un argentino para cantarlo, tango rock. El mejor, sin lugar a dudas, es un gran artista: Andrés Calamaro. Y joder, lo bordó el tipo. Me gusta mucho, porque parece él. Me recuerda a un grupo en el que estuve, y parece como dos compañeros frontline en la misma banda, como Sam & Dave, turnándose en el micro y casi quitándoselo el uno al otro con las guitarras. Me produce esa sensación cuando oigo esa versión de “Mi copa y yo”. La letra es una visión muy literaria y muy literal del alcoholismo. Es una mirada glacial al consumo de alcohol: “Fuente sorda y peligrosa, tú diste forma a mi vida. Compañera en este otoño de tan suave resbalar. Buena o mala consejera, menudeas tus encantos con amargos desvaríos tan cargados de verdad, que voy buscando ese trago que me permita olvidar”. Suena un poco a condena, pero es una visión de algo de lo que me he salvado. Sobrevivo a todos los locos que he sido porque no tengo una personalidad adictiva. Si la hubiera tenido, este otoño de tan suave resbalar hubiera sido un resbalón total hacia el infierno.

“El demonio siempre me ha fascinado, por inexistente sobre todo”
El tercer adelanto es “Tantas veces me he jugado el corazón, que lo he perdido”, con Loquillo.

Es un rock’n’roll que a Loquillo le va de puta madre. Lo cantó con una furia que, joder, creo que hacía muchos años que no le oía cantar tan bien, con esa garra tan tremenda. Lo hizo muy bien el Loco. La letra es una letra de la que puedo hablar en primera persona, describe mucho a todos los que nos atrevemos a decir cosas: “Mil veces prefiero ser bocazas que murmurador”. Y “tantas veces me he jugado el corazón, que lo he perdido” tiene que ver un poco con esto de la música. Asumimos unos riesgos cuando dedicas tu vida a esto. El camino es muy resbaladizo, y en cualquier momento te puedes caer. Es un equilibrismo claramente peligroso. Muchos equilibristas se han estampado contra el suelo. De momento ambos somos supervivientes. Y hay que celebrarlo, aunque por el camino se hayan quedado muchas cosas y nos hayamos hecho alguna pupa que otra.

El videoclip me ha recordado al fantaterror que se hacía por aquí en los sesenta y los setenta, con Paul Naschy y compañía…
Más bien hay una película de Ingmar Bergman (no recuerdo ahora el título), se parece muchísimo. De hecho hay escenas casi exactas, en la forma en la que está colocada la cámara. Creo que es el mejor videoclip desde el principio. Nosotros a los videoclips nunca los hemos cuidado demasiado. Los hay aceptables para una banda de rock, pero este yo creo que es el mejor. Al menos en este momento es el que más me gusta. En una ocasión, hace años, alguien del mundo del cine –al que no presté en ese momento mucha atención, porque estaba celebrando la noche– me dijo: “Loquillo y tú deberíais hacer un largo, yo puedo contactar con…”. Pero ya sabes cómo son las noches, uno no es serio cuando está inmerso en un festejo nocturno.

¿Tenéis en la cabeza más videoclips?
Sí, vamos a hacer todos los que podamos. Hay grandes artistas en esto, el problema que tenemos es de tiempo. Porque el disco sale el 25 de febrero, no hay tiempo para que todos sean singles. Por mí haría singles y vídeos de todos, que era el plan inicial. Pero uno de los frutos indeseados de la pandemia es que no podamos hacer todos los videoclips, o todos los singles. Incluso con videolyrics, que a mí me gustan muchísimo. Carmen Palomino ha hecho el de “Mi copa y yo”, que está ahora en YouTube. Pero hizo otro que estrenaremos en fechas próximas, muy potente, con un demonio. El demonio siempre me ha fascinado, por inexistente sobre todo. La mentira no tiene límites. La verdad tiene límites, lo irreal no. El demonio carece de límites, tremendo. Es un tipo fantástico, esa es la palabra.

Mike se sigue turnando entre los teclados y la guitarra rítmica. ¿Cómo decidís qué va a meter en cada canción?

Pues no sabemos [risas]. Cuando queremos un sonido más duro, se tiene que aplicar en la guitarra. Va a tener que seguir cambiando, del teclado a la guitarra y de la guitarra al teclado, con esa agilidad juvenil que todavía posee. Y alguno más del grupo también, sin mirar a nadie. Pero sí, reconozco que a veces se vuelve loco. Lo que intentamos hacer es que las canciones en las que va con guitarra vayan continuadas, y las de teclado también. Que no cambie demasiado. O al menos que haya unos segundos para respirar y poder desprenderse de un instrumento y trasladarse a otro.

En marzo arranca la gira de presentación, primero por las principales ciudades españolas, y después por América: “Desde la frontera de Canadá hasta la Patagonia”. ¿Por dónde pasará?
España todo lo que podamos. Estaremos yendo y viniendo, igual que en 2019. Fíjate, solo en ese año acabé con tarjeta platino de Iberia, de tantas veces que fuimos y volvimos. Y no era ni siquiera del club de Iberia Plus o lo que sea. Hicimos muchos viajes a América, mucha gente creía que estábamos constantemente de gira allí, y otros que estábamos constantemente en España. Sé que los países a los que de momento vamos a ir, si no se tuerce la cosa por cuestiones sanitarias, son Colombia, Ecuador, Chile, Perú y México. Esos están seguro. Luego hay más países que estamos pensando si hacerlos o no, vamos a ver. ¡Ah! Y Argentina también. Empezamos a funcionar muy tímidamente en Argentina. Hay países en los que hemos crecido muchísimo, llevamos mucho público, ya estamos muy interiorizados, porque empezamos a viajar ahí desde mediados de los ochenta. Pero a Argentina no habíamos ido hasta 2019, y ahora empezamos a subir allí. Con cierta sorpresa, porque los argentinos, sobre todo los porteños, son gente que cree que ya lo ha visto todo. Y tienen razón, porque lo han visto casi todo, o han visto muchísimas cosas. Pero no todo. Y por esa razón se pierden algunas cosas que merecerían un poquito de atención. Hemos tenido el honor y el privilegio de que, a partir sobre todo del documental “Mi vida entre las hormigas”, empiecen a fijarse un poco en Ilegales. Las cosas están subiendo. También ayuda que nuestro amigo Calamaro esté dentro del disco, deconstruyendo este tango de manera tan brillante. “Mi copa y yo”, esa visión sobre los festejos nocturnos y alcohólicos, esas noches certeras y peligrosas que tanto le van a él. ¡Y a mí también! A ambos dos nos van muchísimo.

“Uno no es serio cuando está inmerso en un festejo nocturno”
Tanto la gira como el disco vienen a conmemorar los cuarenta años de Ilegales, desde que debutasteis en 1982. ¿Pensabas que el grupo iba a durar cuatro décadas cuando arrancaste?

No, la verdad. Me acuerdo cuando nos presentamos en CBS, hace cuarenta años. Estaba esperándonos toda la directiva para firmar, y le dije a la recepcionista: “Hola, soy Moco. De Moco y Los Pegajosos. Están esperándonos”. Llamó a los de la oficina de arriba y dijeron: “No, no, aquí no estamos esperando a Moco y Los Pegajosos”. Luego me hice pasar por Pedo: “Hola, soy Pedo, de Los Mierdas del Ritmo”, y tampoco. Hasta que ya dijeron: “Joder, son ellos, que suban”. Fíjate cómo íbamos por el mundo en ese momento. Haciendo tonterías de manera constante. Esto no ha dejado de ser una fiesta, pero somos conscientes de que hay todo un equipo detrás y de que hay que ser un poco más responsable. Lo justo para sobrevivir, no mucho más. Pero han pasado cuarenta años, fíjate. Cuando hacíamos estas cosas de “soy Moco” no creíamos que íbamos a sobrevivir, claro que no.

¿Le darías algún consejo al Jorge Martínez de aquella época?
¡Le daría un par de collejas! [Risas]. ¡Menudo indeseable! Yo no soy de esos que dicen que no se arrepienten de nada. Me arrepiento de muchísimas cosas. De lo que no me arrepiento es de las grabaciones que hemos hecho. Echo la vista atrás y veo que no éramos precisamente monjes ni monjas. Pero hay una gran obra detrás. A mí me gusta mucho todo lo que hemos hecho. Unas canciones tienen diferente talla que otras, hay que consumirlas en diferente estado de ánimo. Esa versatilidad ya ha tomado su forma total. No es lo mismo estar trabajando con Guille y Juanma de Vetusta Morla, que con Luigi de León Benavente, consigues cosas diferentes. En este cuarenta aniversario nos hemos ido en todas direcciones. Evaristo de La Polla, esa manera tan punki que tiene de cantar, es el punk en dos patas. Igual que Loquillo es un rock’n’roll en dos patas. Igual me dejo gente que ha trabajado aquí…

Iván Ferreiro, Luz Casal…
Luz Casal lo ha hecho del copón, una voz femenina que te obliga a cantar en tonos altísimos. Iván Ferreiro ha hecho “El bosque fragante y sombrío”, que pone los pelos de punta. Es una canción difícil de cantar. Y luego nos hemos metido a hacer rock flamenco, tocando en 3/4 y 5/4 con Niño de Elche. Yo no podía cantar ahí. Tenía la canción aparcada desde hace cinco años porque no teníamos esa voz y esa manera de hacer que tiene. Es un enorme artista. Estas cosas son una celebración en toda regla, porque esta posibilidad es un regalo. Y lo voy a celebrar dentro de unos momentos, porque me estoy viniendo arriba. ¡Voy a dejar estas tarjetas de los cojones! Pero se me olvida algún artista…

¿Bunbury?
Bunbury fue el único que pidió una canción antigua, “Ángel exterminador”. Le dimos un ritmo parecido a la versión antigua pero con más caña, más tempera, y hostia, yo no creí que iba a cantar tan arriba. Pensaba que iba a hacer una octava baja, pero ha llegado arriba y muy expresivo, muy bien. Cuando lo recibimos de Los Ángeles dijimos: “¡Hostia, cuidado!”. Es un tipo que ha asumido grandes riesgos, no es tan fácil hacer esas cosas. Kutxi Romero también, incluso ha escrito algunos versos de “Punky raro”, la última canción.
Está Dani Martín también, y Josele. Estaba tomándome una cerveza con Josele Santiago, que ha grabo “Estrella venenosa”, deconstruímos una canción que era como un vals y la pasamos a 4/4. Con mensaje punk dentro de una especie de cumbia western, una cosa muy rara. Acababa de grabar con él y dije: “Necesitamos llamar a Dani Martín y a los de Cycle, para que nos den una base techno-punk, realmente dura, y Dani es el que tiene la voz. Me van a crucificar si llamo a Dani porque hago algo de pop, pero Dani es un artista que ha crecido muchísimo, ahora canta muy bien y puede hacer esto”. Y Josele me contesta: “¡Joder! Si no te atreves tú, ¿quién va a llamar a Dani?”. Le llamé inmediatamente y, joder, fue el que más se sudó la camiseta en el estudio, lo hizo perfecto. Y no sé si conoces a un grupo que se llama Los Auténticos Decadentes…

Sí, les entrevisté hace unos años, cuando vinieron a tocar por Madrid. Ahora que dices que estáis creciendo en Argentina, eso también os va a venir bien.
Conocí a Kutxo cuando tocamos en el Vive Latino. Me hizo la entrevista más loca que me han hecho en la vida. Tiene una radio, y aquello era imposible. Preguntas y afirmaciones simultáneas… [risas]. Estuvo muy bien. Tiene un punto de locura que le iba muy bien a una canción que se llama “Niña Voodoo”, de Los Magníficos, que es loca de cojones. Con Kutxo tiene que ser así. A ver cuándo se viene a España y nos tomamos un algo. Bueno, yo me voy a ir a Argentina, así que alguna nos tomaremos. De momento, me voy a tomar una cerveza por aquí. ¡Un abrazo, camarada!

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